De Tarragona a Niza. Excursión a Roma II
II
Tarragona-Niza.
Después de dormir en el seminario de los Carmelitas de Tarragona, aunque no recuerdo detalles, siempre se hacía la visita a lo más importante de las ciudades por donde pasábamos. No sé si a Barcelona fuimos ahora o a la vuelta. Lo que sí recuerdo es que tuvimos problemas en la frontera de Francia. En la aduana nos registraron el autobús y al ver tanto embutido y conservas, pensaron que estábamos haciendo comercio y querían requisarlo. Ya nos costó convencerlos de que era para que comiese “la tropa”. ¡Es que nadie podía imaginar que hiciésemos un viaje así¡
Por fin en Francia, y en sus buenas autovías que nos llamaban la atención, nos surgió el primer problema: estábamos en un pueblo, había que comprar el pan y no teníamos ni idea de dónde podía haber una panadería. En esto vemos a lo lejos pasar un señor con dos barras de pan y era digno de ver cómo “el carpintero” corrió a su encuentro y por señas y aspavientos logró saber donde se compraba el pan.
Cannes. Creo que ya la conocíamos por lo del cine, pero no se olvidará por otra cuestión. Dimos unas vueltas por allí, y cuando llega la hora de partir faltan la mitad. Venga esperar y al fin llega uno diciendo: ¡están allí! Miro y los veo a todos arremolinados en torno a un quiosco de prensa. ¡Qué raro! –pensé- Nada de raro, cuando fui estaban todos embobados comiéndose con los ojos las revistas “porno” que tenía expuestas el quiosco, cosa entonces impensable en España y más en Baeza. Les eché un rapapolvo y volvieron sumisos al autobús, pero, aún así, no faltó quien se entretuvo remirando a unas “frescorras” que lucían sus encantos en la playa. Y ¡qué les vas a pedir con la edad que tienen! –pensé- y… ¡adelante!
En los alrededores de Niza, ya anocheciendo paramos en un restaurant u hotel con amplio espacio para autobuses. Allí pasaríamos la noche en el autobús. Los chicos no tenían problema para el servicio, pero la señorita Carmen sí. Así que fuimos algunos con ella buscando en el restaurante-hotel. Ella encontró una habitación a propósito y allá se metió. En esto sale una señora y al ver que estábamos en zona reservada nos lanzó airada unos solemnes improperios, que por suerte no entendimos al ser en francés. Pero lo que no esperábamos es que en pleno “chaparrón” sale de “su” habitación Carmen y, muy correcta ella, dice: ¡Buenas! La francesa ya enloqueció como diciendo… ¿y ésta de dónde sale? Así que terminamos por salir corriendo huyendo de la quema. (Continuará)
2 comentarios
Marín -
Navarro -
Los del restaurante se quedaron " con tres palmos de narices " pero no dijeron nada.
A Barcelona vinimos a la vuelta. Paramos en las ramblas, casi en la estatua de Colón. Nos lavamos por la mañana en una fuente en el anden central de las ramblas frente a la comandancia de marina.
¡Cuántas veces ha pasado por allí trabajando !